Entrevista al Secretario General del Sindicato de Policía Local Asociada en el períodico ABC el día 7 de mayo de 2019, al respecto de la seguridad en las fiestas patronales
El consumo de alcohol y drogas unido al tipo de ocio nocturno aumentan también el peligro.
El descontrol en las fiestas patronales de algunos municipios, con graves reyertas como las registradas en Móstoles o el mortal ataque en Cobeña, en el que un joven de 20 años perdió la vida tras recibir tres puñaladas, han hecho saltar las alarmas en la región durante el pasado puente de mayo. La falta de efectivos policiales unido al excesivo consumo de alcohol han convertido este tipo de festejos en un peligroso caldo de cultivo donde el riesgo de producirse incidentes aumenta sobremanera. Así lo afirman todos los expertos consultados por este periódico, que ponen el foco, además, en los horarios nocturnos y la oferta musical elegida. La presencia de grupos de jóvenes ajenos a las localidades -dedicados, algunos, exclusivamente al robo de carteras y teléfonos móviles- y las dificultades de las fuerzas de seguridad para intervenir ante una turba exaltada completan, a grandes rasgos, una encrucijada de difícil solución.
«Hacen falta más efectivos, tanto de Guardia Civil como Policía», señalan fuentes del Instituto Armado, conscientes de que el despliegue de un mayor número de profesionales permitiría llevar a cabo una mejora en las medidas de prevención: cacheos más exhaustivos, requisa de vidrios y otros elementos arrojadizos, filtros de acceso para evitar sobreaforo o más presencia disuasoria para impedir que los alrededores se conviertan en auténticos «botellódromos». «Se intentan poner todos los medios, pero no siempre son suficientes», prosiguen las mismas fuentes. En Cobeña, donde un miembro de una banda de Alcobendas dedicada a robar móviles y carteras está acusado de matar a Javier Alejandro B. M., apenas hubo controles en los accesos a la plaza.
Aunque no todas las bandas son violentas, los expertos policiales coinciden en que la ingesta de drogas y los encontronazos con otros clanes similares son el origen de parte de estas refriegas. «En ocasiones, las armas que llevan no son tanto para intimidar a sus víctimas, sino para defenderse de posibles enemigos», sostienen, sin olvidar el escenario en que se producen estos altercados: «Si un joven está disfrutando de la fiesta y descubre a otro que le está robando, lo más normal es que se revuelva». Por ello, advierten de la importancia de alertar a los vigilantes o agentes de autoridad más cercanos para que sean ellos los que intervengan.
Un año después, en septiembre de 2018, los festejos patronales de Arganda del Rey vivieron su particular jornada negra con numerosas peleas, que derivaron en botellazos contra la Policía y el cierre anticipado de la carpa joven. Un guardia civil y un policía local resultaron heridos de carácter leve tras una serie de choques motivados por la presencia masiva de jóvenes llegados desde Vallecas y otros barrios de la capital. El Ayuntamiento llegó a señalar en un comunicado que los implicados «iban identificados con elementos y simbología de bandas conocidas, entre las que son frecuentes los enfrentamientos».
En ambos episodios -al igual que en los de Cobeña y Móstoles-, las actuaciones estaban dirigidas a un público joven, seguidor de la música electrónica y las discotecas móviles.
Dispositivos «adecuados»
Complicaciones, todas, que llevan tiempo denunciando los sindicatos. «Desde hace unos años, el personal de la policía municipal y local es cada vez más escaso», remarca el portavoz de CSIT-Unión Profesional y Secretario General del Sindicato de Policía Local Asociada (PLA), José Francisco Horcajo, quien revela una pérdida de alrededor de mil agentes en la ciudad de Madrid en los últimos cinco años: «Ahora hemos perdido otros 600 que se han jubilado anticipadamente, cuyos sustitutos no volverán a estar en la calle hasta dentro de dos años».
Por su parte, desde la Jefatura Superior de Policía y la Comandancia de la Guardia Civil de Madrid precisaron a Efe que los dispositivos activados en Cobeña y Móstoles eran los «adecuados». Pese a que existen reuniones previas, en las que se coordinan los efectivos de cada Cuerpo, las fuentes oficiales consideran que «es imposible garantizar que no ocurra nada, ya que en cualquier lugar cualquier persona puede agredir a otra». Respecto a los cacheos, inciden en que en espacios abiertos con miles de personas no se registra a la mayoría de los congregados porque no está estipulado así y conllevaría mucho tiempo y medios.